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-Un agradecimiento muy especial para Kristen Stewart de IC, por el hermoso contenido de CSS y HTML.
-Por el tablón de anuncios tan magnífico que hoy tenemos en el índice un agradecimiento a Poximaker de SC.
-Lo demás fue creado por: Crold, Laura Dyer y Hap, no tomar sin permiso, puesto que si lo haces será etiquetado como PLAGIO.
Antes del paraíso.
+2
crold♥
Karen D'Cipriano
6 participantes
Página 1 de 1.
Antes del paraíso.
Prólogo.
Cinco meses antes de que todo cambiara...
Querida yo del futuro:
¡Hola! (ok, estúpida forma de saludarme)
Como cada año, me he escapado de mi fiesta para escribirle una carta a la chica que seré en mi
próximo cumpleaños. Acabo de leer lo que mi yo del pasado escribió y no puedo creerlo. ¿De verdad
estuve flechada del chico medio gótico de la clase? ¿Qué me estaba pasando? Creo haber hecho un
avance importante en estos 365 días. Primero, subí mis notas de un fracaso total, a un aprobado
milagroso. Segundo, deje de dibujar corazones pensando en el chico gótico (este si ha sido un gran logro).
Y tercero, he sido feliz. Supongo que esta tercera cosa lo resume todo. He hecho todo lo posible para
vivir cada día como si fuera el último. Reír, correr, gritar, saltar, enojarme con mis amigos y luego
olvidarlo: eso es lo que hace de la vida misma, un milagro del tamaño de la barriga de Santa (quien
por cierto, me regalo el par de zapatos que quería, por lo que la guerra de mi antigua yo con él se ha terminado). Así que este es mi consejo para ti: VIVE SIN PREOCUPARTE DE LO QUE PASARA
MAÑANA. Grita, llora y ríe cuando quieras hacerlo. Si tienes que parecer una loca, hazlo. Porque
nunca se sabe cuándo todo eso terminará.
Postdata: Aléjate de los libros de vampiros y de los chicos góticos (o medios góticos).
Postdata 2 (supongo que debería haber escrito postdata 1 arriba): Saca muchas fotos de los momentos memorables. Mamá quiere hacer un álbum de nuestro último año.
Postdata 3: NUNCA uses los zapatos que me regaló Santa cuando salgas con Chris. Ese chico corre
más rápido que Flash y suele arrástranos a eso.
Karen D'Cipriano- Escritor Inceptium
- Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 04/08/2013
Edad : 28
Localización : Arauco
Re: Antes del paraíso.
Karennnn m encantóooooooooooo yeiiii
Última edición por Laura Dyer el Lun Sep 16, 2013 7:41 pm, editado 1 vez
Re: Antes del paraíso.
Gracias por el apoyo!
Karen D'Cipriano- Escritor Inceptium
- Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 04/08/2013
Edad : 28
Localización : Arauco
Re: Antes del paraíso.
Capi, capi!!! okno ._.
MaryJane♥- Coordinadora
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 05/08/2013
Edad : 29
Re: Antes del paraíso.
Capitulo 1.
Estaba muerta.
¿Cómo podía estar tan segura? No lo sabía. ¿Cómo podía aceptarlo con tanta facilidad? Tampoco creía saber la respuesta a esa pregunta ¿Cómo había terminado muerta? Mi mente estaba en blanco, así que solo podía seguir haciéndome esa pregunta.
Camino por los pasillos del antiguo hospital del pequeño pueblo, cuyas paredes estaban llenas de moho y pintura que hace más o menos cinco años había sido de color blanca, pero que ahora era más bien gris, dándole un toque siniestro al horrible edificio.
Las enfermeras y doctores pasan por mi lado, sin notar a la chica con una camiseta destruida y ensangrentada. Supongo que es una de las ventajas de estar muerta. Bien podría pasearme desnuda por el lugar y seguiría siendo invisible para ellos... No es como si fuera a intentarlo, pero la idea era divertida.
Miro a mí alrededor en busca de una luz, un ángel o algo. Lo que sea.
La gente suele tener varias teorías sobre lo que hacer cuando estas muerta, pero ninguna parecía adecuarse a mi situación. Hubiera sido útil despertar y encontrarme con un “manual para la fallecida perfecta: guía para muertos recientes” o una persona que me informara en qué lugar debía de reportarme. Pero no. Solo había despertado en una habitación de hospital totalmente vacía, con un profundo sentimiento de pérdida y un dolor de cabeza y hombro francamente horribles, lo que eliminaba esa teoría de que la muerte acababa con el dolor.
Continúo avanzando, hasta que casi choco con un anciano enfermizo, en la sala de espera, con un suero conectado a su brazo y la mirada totalmente perdida. Me sorprende al levantar la cabeza en mi dirección y sonreírme débilmente.
Supongo que también está muerto. Eso, o es una de esas personas que habla con los fantasmas.
—Hola — digo suavemente, deseando que me responda. El silencio me está perturbando —
El solo niega con la cabeza y se desvanece delante de mis ojos.
Santo Dios.
Ahora estoy en una película de terror, donde la gente aparece y se desaparece de repente. Me pregunto si yo también puedo hacer eso.
Alejo esa clase de pensamientos, mientras me acerco a la puerta.
Una luz cegadora atraviesa las ventanas que se cubren la mitad de las puertas dobles de la salida, lo que me
da algo de esperanza. Tal vez la luz existe de verdad.
Feliz, corro y las empujo para salir y así llegar al cielo, el limbo o a donde sea que tenga que dirigirme. La sonrisa amenaza con partir mi rostro. Pongo mi mano delante de mis ojos para protegerme de la luz y poder mirar mejor lo que hay delante de mí.
Hay una sombra que se acerca rápidamente.
Protejo mis ojos de la luz del sol con mi mano, justo a tiempo para ser atravesada –literal y dolorosamente – por una mujer con un bebe en brazos. Un escalofrió recorre a la mujer, mientras el niño pequeño mira en mi dirección, llorando, gritando y escupiendo, todo al mismo tiempo.
Un entumecimiento se apodera de mi cuerpo, mientras una pesadez se instala en mi pecho. Jadeo en busca de aire, pero solo hago un ruido ahogado mientras caigo de rodillas al suelo. Una mano vuela inconscientemente a mi garganta, mientras lucho por oxígeno.
¿Realmente podía morir dos veces en un día?
Entonces algo cálido toca mi hombro. Una luz cegadora y dorada se extiende a mi alrededor, mientras calor corre por mis venas, no lo suficientemente caliente como para provocar más dolor, solo lo necesario para hacerme sentir en casa. Me imagino en una cama, bebiendo chocolate caliente y viendo televisión, aunque ningún recuerdo mío haciendo eso acude a mi mente.
—Realmente no necesitas oxígeno. Estas muerta. Si respiraras serias un fenómeno paranormal —dice una voz calmada a mi espalda, antes de reírse suavemente —
—¿Ah?
Me pongo de pie lentamente y me giro para enfrentarme a la persona lo suficientemente loca para decir chistes sobre mi estado “no viviente”.
Un chico como de mi edad, con el cabello rubio más brillante que había visto en mi vida, facciones perfectas, piel blanca como la nieve, vistiendo una camisa blanca y un par de pantalones claros, me observaba con una sonrisa. Mi mirada se posa en sus pies. ¿Qué clase de persona demente iba por la calle sin zapatos?
— De donde vengo todos van descalzos. La mayoría ni siquiera se preocupa de llevar ropa.
Puede sonar raro, pero eso no me tranquilizaba.
—¿Quién eres? — pregunto intentando parecer calmada—
—Gabe. Tu ángel guardián —responde, levantando una mano a modo de saludo —
Frunciendo el ceño, doy un paso lejos de él, antes de señalarlo con el dedo, la ira haciendo acto de presencia.
—Pues déjame decirte que has hecho un trabajo horrible.
Él me mira, su cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha. La confusión aparece en sus ojos, los cuales son de un color violeta muy extraño y luminoso. Levanta las manos a modo de rendición, sin verse muy intimidado por mi pose de enfado.
—¿Por qué dices que he hecho un trabajo horrible? — pregunta luego de unos minutos de silencio —
Soltando un bufido muy poco yo, me señalo a mí misma con la mano, haciendo énfasis en la camiseta con sangre.
—¡Estoy muerta! Creo que eso explica lo mal que has hecho tu trabajo como ángel guardián.
El silencio entre nosotros es, sin ánimo de bromear, de muerte. Me observa con curiosidad, haciendo desear golpear su perfecto rostro hasta que me pida disculpas o me diga que hay alguna forma de volver a estar viva.
Y de un momento a otro, se ríe.
Mi boca cae abierta. Lo acabo de acusar de hacer mal su trabajo ¿y él se ríe? ¿Cuánto sentido tiene eso?
—¡No es gracioso! ¡Estoy muerta! ¡Muerta! —grito en su dirección. Su risa solo aumenta de intensidad, mientras afirma sus manos en su estómago — ¡Deja de reírte!
Su puño se posa sobre su boca, en un intento patético para controlarse. Toma varias respiraciones profundas, antes de acercarse a mí. Lo miro con cautela, lo que solo parece darle otra razón para soltar una risita. Antes de saber que quiere, el golpea mi frente con su dedo, haciéndome soltar un grito de sorpresa, mientras froto mi frente con la palma de mi mano.
—Eres un pequeño espíritu malhumorado ¿verdad?
—Eso no es agradable — murmuro sin dejar de frotar mi frente — ¡Y no me digas espíritu! Tengo un nombre.
Una emoción cruza su rostro, antes de volverse un bloque de hielo sin emociones frente a mí.
—¿Cuál es? —pregunta, cruzándose de brazos —
—¿Cuál es que cosa? —pregunto de vuelta —
—Tu nombre, pequeña gruñona — la sonrisa vuelve a su rostro —
Abro la boca de forma automática para contestarle, pero nada sale. Aspiro una gran bocanada de aire e intento decir mi nombre. El problema es que no se cual es.
Pánico se apodera de mí, mientras envuelvo mis brazos alrededor de mi cuerpo, buscando apoyo físico. Escalofríos corren por mi espalda, al tiempo que la realidad de toda la situación me golpea con la intensidad de una bola de demolición.
Dios mío, de verdad estaba muerta.
O loca.
Porque hasta donde sabia, no recordar tu propio nombre era algo malo. Muy malo. Jodidamente malo.
Mis ojos pican y siento la necesidad de encogerme en un rincón y mecerme hasta sentir que todo esto es una cruel broma de este chico. Necesito que me diga que sigo viva. Que simplemente me golpee la cabeza y estoy en coma. O tal vez, que estoy teniendo un muy extraño sueño, del que despertare en cualquier segundo.
—Azul.
Levanto la mirada para encontrarme con la sonrisa amable de Gabe, quien parece irradiar tranquilidad con su sola presencia. Mis brazos se aflojan a mí alrededor y el picor en mis ojos disminuye ligeramente, aunque sigue ahí.
—¿Qué? — pregunto necesitando una explicación —
Se acerca lentamente a mí, y antes de saber que está haciendo, me envuelve con sus brazos. Su mano frota gentilmente mi espalda, haciendo soltar un suspiro placentero que me hace sonrojar contra su camisa.
—Tienes cara de Azul —dice, su voz amortiguada por mi cabello —
—¿Me estás diciendo que parezco Pitufo? — digo sonriendo —
Su pecho se mueve, delatando su risa silenciosa. Siento a mis labios formar una pequeña sonrisa, mientras todo el pánico desaparece de mi cuerpo, obligándome a relajarme totalmente contra él. Inhalo y un olor similar al del océano me invade.
De repente, mi mente es un montón de imágenes.
Azul.
Ya no estoy viendo la camisa de Gabe.
Las olas golpean violentamente contra la orilla y el viento azota con fuerza los arboles cercanos, generando un ruido atronador. El sol está bajando; los colores en el cielo van desde el rosa hasta el naranjo en un hermoso desastre.
Hay un chico delante de mí, observando con atención el horizonte.
No puedo controlarme, solo avanzo hasta que envuelvo mis brazos a su alrededor con fuerza, sintiéndome feliz de estar ahí y queriendo retrasar el momento de la despedida lo más que pueda.
Pone sus manos sobre las mías, protegiéndolas del frio viento. Beso su espalda, sintiendo como se estremece ante mi tacto.
—Azul — suspira —
—Quiero verte — digo despacio, sin querer destruir la atmósfera mágica que se ha creado a nuestro alrededor —
Él se gira en mis brazos, mientras mis dientes se apoderan de mi labio inferior en anticipación a lo que viene.
Suelto un jadeo de horror al ver que el chico tiene su rostro borroso. Como si fuera una mala fotografía en blanco y negro. No puedo diferenciar los rasgos y sus ojos parecen dos cavernas oscuras, asustándome hasta que me veo obligada a dar un paso atrás en busca de espacio.
La escena cambia.
El viento es más fuerte, casi haciéndome caer a la arena. La playa se vuelve negra, hasta que desaparece dejando nada más que oscuridad. Los árboles se mueven siniestramente sobre nosotros.
Grito con fuerza, pero ningún sonido sale de mi boca. El chico continúa intentado acercarse a mí, pero yo solo retrocedo, hasta que mi pie choca contra algo, obligándome a caer sobre el suelo.
Lagrimas caen por mi rostro mientras siento que estoy atrapada. Él solo se arrodilla frente a mí y acerca su mano a mi mejilla, limpiando una lagrima que se desliza por esta. Su contacto es extrañamente cálido.
Quiero pedirle que me deje ir, pero no puedo abrir mi boca. Intento moverme, pero me encuentro totalmente paralizada.
Cierro los ojos fuertemente, esperando que todo pase rápido.
Y antes de que sepa que ha pasado, mis piernas fallan y siento el suelo acercarse, mientras una voz me dice que estoy a salvo.
Karen D'Cipriano- Escritor Inceptium
- Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 04/08/2013
Edad : 28
Localización : Arauco
Re: Antes del paraíso.
Me encantan los Angel Gabriel de todas las historias siempre son tan shulos :3
MaryJane♥- Coordinadora
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 05/08/2013
Edad : 29
Re: Antes del paraíso.
LO SIENTOOOOOOOOOOOOOO!
Es que formatearon mi computador y se borro mi avance con la historia. Y olvide mi nombre de usuario y contraseña.
Pronto publico un capitulo ¿Ok?
Es que formatearon mi computador y se borro mi avance con la historia. Y olvide mi nombre de usuario y contraseña.
Pronto publico un capitulo ¿Ok?
Karen D'Cipriano- Escritor Inceptium
- Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 04/08/2013
Edad : 28
Localización : Arauco
Re: Antes del paraíso.
Karen María de la Concepción! Esto está muy bueno y lo he releído diez veces (
No me hagas esto y publica!!
No me hagas esto y publica!!
Re: Antes del paraíso.
Apoyo a Lau, publica!!!!!
MaryJane♥- Coordinadora
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 05/08/2013
Edad : 29
Re: Antes del paraíso.
Capítulo 2.
Desperté sintiendo que no podía respirar.
Abrí los ojos rápidamente. Me senté, mi mano voló inmediatamente a mi garganta mientras mi respiración salía rápidamente de mi boca en jadeos entrecortados, como si estuviera sufriendo un ataque de asma.
Mire a mi alrededor, esperando encontrarme en mi habitación, pero todo lo que pude ver era el mar. Un escalofrío recorría mi cuerpo, el extraño sueño que había tenido volviendo a mi mente en imágenes sin coherencia.
Muerta…Azul…Gabe…
Suspire profundamente, sin dejar de mirar a mí alrededor, preguntándome como había llegado hasta aquí desde mi casa.
Fruncí el ceño. Tal vez era una sonámbula y no lo había notado hasta ahora.
- Es normal que pienses eso. Aceptar la muerte es más difícil de lo que se cree.
Me giro lentamente ante la familiar voz. El chico de mis sueños me mira con una sonrisa comprensiva, antes de dejarse caer a mi lado en la arena.
Muerta.
Presiono mis manos en mi rostro, intentando respirar profundo para no desmoronarme frente a Gabe. Ya lo sabía, pero ahora era diferente. Ahora, tenía que aceptarlo, porque estaba segura de que no había vuelta atrás desde aquí.
Por la visión de mi misma que tuve en el hospital, sabía que no era demasiado mayor como para haber hecho las cosas que quería. Máximo, tendría unos dieciocho años a la hora de… morir.
Un gemido escapo de mis labios ante la palabra.
Sólo viví dieciocho de mi vida, de los cuales no era capaz de recordar absolutamente nada. Miles de preguntas se precipitaron a mi mente, aunque no parecía ser capaz de formular respuestas a la misma velocidad.
¿Cómo había muerto? ¿Había dolido? ¿Alguien estaba sufriendo por mi muerte? ¿Cuánto tiempo hace que morí? ¿Tuve una vida feliz? ¿Morí siendo una chica conflictiva que había escapado de casa? En este punto, estaba preguntándome incluso si había dejado una mascota que esperara por mí en casa todos los días.
- Inhala y exhala, Azul – una mano se posa en mi hombro, reconfortándome – Inhala y exhala.
Lo mire con una cara que decía claramente que encontraba su consejo inútil, aunque probablemente era mejor que sólo dejarme sufrir en silencio.
- Estoy muerta… - murmure, sintiendo un nudo en mi garganta al pronunciar esa frase - ¿Qué caso tiene inhalara y exhalar? – pregunte molesta –
Él me miro sin dejar de sonreír.
- A veces, el mejor remedio es simplemente creer que las cosas tienen el poder de sanarnos. ¿Nunca has escuchado que la fe mueve montañas? – pregunta mirando con una ceja alzada -
Suelto un bufido poco femenino, antes de mirarlo con confusión: - Te diría si he escuchado eso, si tuviera algún recuerdo en mi mente – respondí, realmente a punto de sufrir un ataque de histeria - De todas formas, ¿realmente piensas de esa manera? Creí que los ángeles eran más bien de saber todas las respuestas del mundo y esas cosas.
Gabe niega con la cabeza ligeramente, sin dejar de sonreír, como si me encontrara la persona más graciosa en el mundo.
- ¿Crees que saber las respuestas de todo te hace feliz? – pregunta con la mirada perdida – A veces, la ignorancia, es la mayor fuente de alegría.
- No entiendo – dije, con el ceño fruncido –
- Te lo pondré de esta forma – se gira hasta que me mira fijamente a los ojos – Si hubieras sabido que ibas a morir ¿habrías estado feliz?
Lo pienso un momento y realmente comienzo a ver su punto de vista, pero me niego a contestar su pregunta. Hablar de mi vida cómo algo pasado, realmente era extraño y doloroso. Además, tenía otras cosas más importante que hablar con él.
- ¿Por qué sigo aquí? – pregunto, armándome de valor –
- Esa es una pregunta interesante, cuya respuesta es bastante obvia. – responde, despeinando mi cabello ligeramente –
Lo miro, esperando una respuesta, pero él sólo se levante rápidamente y comienza a avanzar hasta la orilla del mar, mojando sus pies en el agua sin lanzarme una sola mirada. Una brisa aparece de repente, despeinando su cabello, mientras el sol ilumina su cabello de una manera casi celestial.
Un retorcijón se apodera de mi estómago. La escena me es vagamente familiar, pero nuevamente no puedo recordar nada específico.
Decidida a obtener respuestas, me pongo de pie y avanzo hasta estar a su lado.
Me quito los zapatos y los lanzo sobre la arena, para poder sumergir mis pies en el agua.
- Es inútil.
Le lanzo una mirada a Gabe, quien continua ignorando mi presencia.
- ¿Qué cosa? – pregunto, mientras veo como el agua se acerca a mis pies –
- Pretender que estas viva y puedes sentir igual que antes.
- ¿A qué te…?
No pude completar la pregunta, porque en ese instante el agua cubre mis pies.
Pero no puedo sentir nada.
La normal sensación de frío, de humedad… ahora es reemplazada por nada más que la visión de la acción. Miro atentamente esperando algo, pero el agua se regresa y mis pies continúan totalmente ajenos a todo.
Cierro los ojos fuertemente, intentando seguir calmada.
- Fui enviado para guiarte en el camino a la madures que nunca tuviste la oportunidad de recorrer sola.
Abro los ojos y los fijo en Gabe, quien parece haber recuperado la capacidad de emitir respuestas coherentes a mis preguntas.
- Te han dado un plazo de treinta días para cumplir con una misión – continúa hablando, como si estuviéramos comentando el clima y no mi futuro – Tienes derecho a hacer una pregunta por día, sobre la vida que tuviste en el mundo de los vivos, pero no responderé nada que implique algún atajo al paraíso. Tampoco puedo ayudarte a comunicarte con los vivos, así que ahórrate las súplicas respecto a eso – veo como la comisura de su labio se eleva - ¿Alguna pregunta?
Tenía una misión. Tenía treinta días. Podía descubrir quién era.
Era demasiado que asimilar en tan poco tiempo. Lo más probable, es que si no estuviera muerta ya me hubiera ofrecido de paciente voluntaria en el psiquiátrico más cercano.
Pero ¿realmente tenía otra opción aparte de aceptarlo?
Gabe era la única persona que parecía poder hablar conmigo. Además, era el único que tenía respuestas. Sinceramente, alejarme de él en este momento, no era la idea más brillante del mundo.
- ¿Cuál es la misión? – pregunte, usando la poca valentía que me quedaba –
Se encoge de hombros despreocupadamente.
- No estoy seguro.
- ¡¿Qué?! – grite en su dirección –
- No estoy totalmente seguro. Es diferente para cada persona – responde con tranquilidad –
Sabía que las cosas no podían ser tan sencillas como preguntar, conseguir respuestas y cumplir la misión.
¿Qué pasó con esa frase que decía que al morir uno encontraba la paz?
Definitivamente iba a buscar un buzón de reclamos en el cielo, pidiendo mi derecho divino de poder encontrar mi tan buscada paz.
- ¿Cómo se supone que voy a completar una misión, cuando no se cual es? – pregunte, esperando que dijera que era una broma cruel –
Levanta sus manos a la altura de los hombros, pero su sonrisa continua ahí.
- Si lo supiera te lo diría, pero no lo se, así que creo que es tu trabajo descubrirlo con el tiempo y así…
- ¡Tiene que ser una broma! ¡Voy a matar a alguien por esto! ¡No se debe jugar con el futuro de la gente, en especial si están muertos! ¿Crees que es divertido despertar un día y enterarte de que ya no necesitas respirar, porque no estas viva? ¡Porque no lo es! No es nada divertido… - termino, sintiendo la necesidad de llorar –
Cubro mi rostro con mis manos, presionando mis ojos con fuerza para no llorar.
Llorar era lo más inútil que hacer en este momento. Lo que necesitaba era calmarme lo suficiente como para idear un plan.
- Lo sé, Azul – comenta suavemente Gabe, pero sin acercarse a mí para darme espacio para respirar – Me cuesta comprender porque vidas jóvenes deben acabar antes de que puedan siquiera comprender el significado de vivir. Desgraciadamente, así funciona el mundo. A veces, aceptarlo no es suficiente. Esta es la clase de cosas que deben comprender antes de poder resignarte.
- Me duele la cabeza al escucharte, chico – murmuro, enfadada –
- Es una de las desventajas de ser un ángel. A veces, hablo sin querer. Se cómo funcionan las cosas, aunque a veces desearía no saberlo. Y espero, sin consultar, que aquellos que no saben me comprendan de todas formas. Puedes ver, que hasta un ángel puede tener una pizca de imperfección en el cuerpo.
Suelto un suspiro de cansancio. Si así iba a hablar a cada segundo, preferiría estar sola en este asunto. A este paso, terminaría muriendo otra vez, pero por sobrepensar en el significado detrás de cada frase que salía de su boca.
- Deja los discursos para otra chica, angelito. Dime que pasa si no cumplo con esta misión desconocida – exijo, esperando un milagro –
- Lo de siempre – contesta, encogiéndose de hombros – No podrás entrar al paraíso y vagaras por esta tierra como un espíritu, sin que nadie pueda verte, sin sentir nada. Solo tú, buscando un lugar al que pertenecer.
Un escalofrío recorre mi cuerpo, mientras el peso del asunto cae sobre mí con la fuerza de un terremoto, tsunami, tornado y cada catástrofe natural existente.
Estaban jugando con mi entrada al paraíso. Mi futuro.
Esto no es lo que alguien espera conseguir cuando muere. Yo solo quería que apareciera la condenada luz y
luego solo estar en paz por el resto de la eternidad. Sufrir más de lo que ya lo hacía, no era justo.
¿Qué tan mala había sido en vida? ¿Había dañado a mucha gente? ¿Tal vez, fui la culpable de acabar con mi vida? Porque esas parecían ser las únicas opciones razonables para ser castigada de esta manera.
Conté hasta diez… veinte…treinta…
Cerré los ojos y busque mi lugar de paz en el mundo. Por un segundo, creí sentir el calor del sol en mi piel, pese a que sabía que eso era imposible. Inhale y exhale varias veces, pensando en cosas lindas, aunque ninguna parecía ser lo suficientemente personal para ayudarme.
Iba a lograr esto. Sería feliz.
Abrí los ojos con resolución y clave la mirada en Gabe, quien me miraba con una sonrisa amable. Al menos, no estaba totalmente sola.
- Lo haré – dije con determinación – Lo haré como que mi nombre es… - hice una pausa al recordar que mi nombre estaba desaparecido de mi memoria - ¡Demonios! ¿Cuál era mi nombre?
La expresión de Gabe se volvió totalmente seria en un segundo.
El viento a nuestro alrededor comenzó a soplar con fuerza, moviendo mi cabello a mi rostro y haciendo tropezar hacia adelante.
Luego, todo se puso negro.
Abrí los ojos rápidamente. Me senté, mi mano voló inmediatamente a mi garganta mientras mi respiración salía rápidamente de mi boca en jadeos entrecortados, como si estuviera sufriendo un ataque de asma.
Mire a mi alrededor, esperando encontrarme en mi habitación, pero todo lo que pude ver era el mar. Un escalofrío recorría mi cuerpo, el extraño sueño que había tenido volviendo a mi mente en imágenes sin coherencia.
Muerta…Azul…Gabe…
Suspire profundamente, sin dejar de mirar a mí alrededor, preguntándome como había llegado hasta aquí desde mi casa.
Fruncí el ceño. Tal vez era una sonámbula y no lo había notado hasta ahora.
- Es normal que pienses eso. Aceptar la muerte es más difícil de lo que se cree.
Me giro lentamente ante la familiar voz. El chico de mis sueños me mira con una sonrisa comprensiva, antes de dejarse caer a mi lado en la arena.
Muerta.
Presiono mis manos en mi rostro, intentando respirar profundo para no desmoronarme frente a Gabe. Ya lo sabía, pero ahora era diferente. Ahora, tenía que aceptarlo, porque estaba segura de que no había vuelta atrás desde aquí.
Por la visión de mi misma que tuve en el hospital, sabía que no era demasiado mayor como para haber hecho las cosas que quería. Máximo, tendría unos dieciocho años a la hora de… morir.
Un gemido escapo de mis labios ante la palabra.
Sólo viví dieciocho de mi vida, de los cuales no era capaz de recordar absolutamente nada. Miles de preguntas se precipitaron a mi mente, aunque no parecía ser capaz de formular respuestas a la misma velocidad.
¿Cómo había muerto? ¿Había dolido? ¿Alguien estaba sufriendo por mi muerte? ¿Cuánto tiempo hace que morí? ¿Tuve una vida feliz? ¿Morí siendo una chica conflictiva que había escapado de casa? En este punto, estaba preguntándome incluso si había dejado una mascota que esperara por mí en casa todos los días.
- Inhala y exhala, Azul – una mano se posa en mi hombro, reconfortándome – Inhala y exhala.
Lo mire con una cara que decía claramente que encontraba su consejo inútil, aunque probablemente era mejor que sólo dejarme sufrir en silencio.
- Estoy muerta… - murmure, sintiendo un nudo en mi garganta al pronunciar esa frase - ¿Qué caso tiene inhalara y exhalar? – pregunte molesta –
Él me miro sin dejar de sonreír.
- A veces, el mejor remedio es simplemente creer que las cosas tienen el poder de sanarnos. ¿Nunca has escuchado que la fe mueve montañas? – pregunta mirando con una ceja alzada -
Suelto un bufido poco femenino, antes de mirarlo con confusión: - Te diría si he escuchado eso, si tuviera algún recuerdo en mi mente – respondí, realmente a punto de sufrir un ataque de histeria - De todas formas, ¿realmente piensas de esa manera? Creí que los ángeles eran más bien de saber todas las respuestas del mundo y esas cosas.
Gabe niega con la cabeza ligeramente, sin dejar de sonreír, como si me encontrara la persona más graciosa en el mundo.
- ¿Crees que saber las respuestas de todo te hace feliz? – pregunta con la mirada perdida – A veces, la ignorancia, es la mayor fuente de alegría.
- No entiendo – dije, con el ceño fruncido –
- Te lo pondré de esta forma – se gira hasta que me mira fijamente a los ojos – Si hubieras sabido que ibas a morir ¿habrías estado feliz?
Lo pienso un momento y realmente comienzo a ver su punto de vista, pero me niego a contestar su pregunta. Hablar de mi vida cómo algo pasado, realmente era extraño y doloroso. Además, tenía otras cosas más importante que hablar con él.
- ¿Por qué sigo aquí? – pregunto, armándome de valor –
- Esa es una pregunta interesante, cuya respuesta es bastante obvia. – responde, despeinando mi cabello ligeramente –
Lo miro, esperando una respuesta, pero él sólo se levante rápidamente y comienza a avanzar hasta la orilla del mar, mojando sus pies en el agua sin lanzarme una sola mirada. Una brisa aparece de repente, despeinando su cabello, mientras el sol ilumina su cabello de una manera casi celestial.
Un retorcijón se apodera de mi estómago. La escena me es vagamente familiar, pero nuevamente no puedo recordar nada específico.
Decidida a obtener respuestas, me pongo de pie y avanzo hasta estar a su lado.
Me quito los zapatos y los lanzo sobre la arena, para poder sumergir mis pies en el agua.
- Es inútil.
Le lanzo una mirada a Gabe, quien continua ignorando mi presencia.
- ¿Qué cosa? – pregunto, mientras veo como el agua se acerca a mis pies –
- Pretender que estas viva y puedes sentir igual que antes.
- ¿A qué te…?
No pude completar la pregunta, porque en ese instante el agua cubre mis pies.
Pero no puedo sentir nada.
La normal sensación de frío, de humedad… ahora es reemplazada por nada más que la visión de la acción. Miro atentamente esperando algo, pero el agua se regresa y mis pies continúan totalmente ajenos a todo.
Cierro los ojos fuertemente, intentando seguir calmada.
- Fui enviado para guiarte en el camino a la madures que nunca tuviste la oportunidad de recorrer sola.
Abro los ojos y los fijo en Gabe, quien parece haber recuperado la capacidad de emitir respuestas coherentes a mis preguntas.
- Te han dado un plazo de treinta días para cumplir con una misión – continúa hablando, como si estuviéramos comentando el clima y no mi futuro – Tienes derecho a hacer una pregunta por día, sobre la vida que tuviste en el mundo de los vivos, pero no responderé nada que implique algún atajo al paraíso. Tampoco puedo ayudarte a comunicarte con los vivos, así que ahórrate las súplicas respecto a eso – veo como la comisura de su labio se eleva - ¿Alguna pregunta?
Tenía una misión. Tenía treinta días. Podía descubrir quién era.
Era demasiado que asimilar en tan poco tiempo. Lo más probable, es que si no estuviera muerta ya me hubiera ofrecido de paciente voluntaria en el psiquiátrico más cercano.
Pero ¿realmente tenía otra opción aparte de aceptarlo?
Gabe era la única persona que parecía poder hablar conmigo. Además, era el único que tenía respuestas. Sinceramente, alejarme de él en este momento, no era la idea más brillante del mundo.
- ¿Cuál es la misión? – pregunte, usando la poca valentía que me quedaba –
Se encoge de hombros despreocupadamente.
- No estoy seguro.
- ¡¿Qué?! – grite en su dirección –
- No estoy totalmente seguro. Es diferente para cada persona – responde con tranquilidad –
Sabía que las cosas no podían ser tan sencillas como preguntar, conseguir respuestas y cumplir la misión.
¿Qué pasó con esa frase que decía que al morir uno encontraba la paz?
Definitivamente iba a buscar un buzón de reclamos en el cielo, pidiendo mi derecho divino de poder encontrar mi tan buscada paz.
- ¿Cómo se supone que voy a completar una misión, cuando no se cual es? – pregunte, esperando que dijera que era una broma cruel –
Levanta sus manos a la altura de los hombros, pero su sonrisa continua ahí.
- Si lo supiera te lo diría, pero no lo se, así que creo que es tu trabajo descubrirlo con el tiempo y así…
- ¡Tiene que ser una broma! ¡Voy a matar a alguien por esto! ¡No se debe jugar con el futuro de la gente, en especial si están muertos! ¿Crees que es divertido despertar un día y enterarte de que ya no necesitas respirar, porque no estas viva? ¡Porque no lo es! No es nada divertido… - termino, sintiendo la necesidad de llorar –
Cubro mi rostro con mis manos, presionando mis ojos con fuerza para no llorar.
Llorar era lo más inútil que hacer en este momento. Lo que necesitaba era calmarme lo suficiente como para idear un plan.
- Lo sé, Azul – comenta suavemente Gabe, pero sin acercarse a mí para darme espacio para respirar – Me cuesta comprender porque vidas jóvenes deben acabar antes de que puedan siquiera comprender el significado de vivir. Desgraciadamente, así funciona el mundo. A veces, aceptarlo no es suficiente. Esta es la clase de cosas que deben comprender antes de poder resignarte.
- Me duele la cabeza al escucharte, chico – murmuro, enfadada –
- Es una de las desventajas de ser un ángel. A veces, hablo sin querer. Se cómo funcionan las cosas, aunque a veces desearía no saberlo. Y espero, sin consultar, que aquellos que no saben me comprendan de todas formas. Puedes ver, que hasta un ángel puede tener una pizca de imperfección en el cuerpo.
Suelto un suspiro de cansancio. Si así iba a hablar a cada segundo, preferiría estar sola en este asunto. A este paso, terminaría muriendo otra vez, pero por sobrepensar en el significado detrás de cada frase que salía de su boca.
- Deja los discursos para otra chica, angelito. Dime que pasa si no cumplo con esta misión desconocida – exijo, esperando un milagro –
- Lo de siempre – contesta, encogiéndose de hombros – No podrás entrar al paraíso y vagaras por esta tierra como un espíritu, sin que nadie pueda verte, sin sentir nada. Solo tú, buscando un lugar al que pertenecer.
Un escalofrío recorre mi cuerpo, mientras el peso del asunto cae sobre mí con la fuerza de un terremoto, tsunami, tornado y cada catástrofe natural existente.
Estaban jugando con mi entrada al paraíso. Mi futuro.
Esto no es lo que alguien espera conseguir cuando muere. Yo solo quería que apareciera la condenada luz y
luego solo estar en paz por el resto de la eternidad. Sufrir más de lo que ya lo hacía, no era justo.
¿Qué tan mala había sido en vida? ¿Había dañado a mucha gente? ¿Tal vez, fui la culpable de acabar con mi vida? Porque esas parecían ser las únicas opciones razonables para ser castigada de esta manera.
Conté hasta diez… veinte…treinta…
Cerré los ojos y busque mi lugar de paz en el mundo. Por un segundo, creí sentir el calor del sol en mi piel, pese a que sabía que eso era imposible. Inhale y exhale varias veces, pensando en cosas lindas, aunque ninguna parecía ser lo suficientemente personal para ayudarme.
Iba a lograr esto. Sería feliz.
Abrí los ojos con resolución y clave la mirada en Gabe, quien me miraba con una sonrisa amable. Al menos, no estaba totalmente sola.
- Lo haré – dije con determinación – Lo haré como que mi nombre es… - hice una pausa al recordar que mi nombre estaba desaparecido de mi memoria - ¡Demonios! ¿Cuál era mi nombre?
La expresión de Gabe se volvió totalmente seria en un segundo.
El viento a nuestro alrededor comenzó a soplar con fuerza, moviendo mi cabello a mi rostro y haciendo tropezar hacia adelante.
Luego, todo se puso negro.
Karen D'Cipriano- Escritor Inceptium
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Re: Antes del paraíso.
Capítulo 3.
- ¿Está lista para pujar?
Abro los ojos ante la voz de una mujer.
Miro a mi alrededor, notando las máquinas haciendo sonidos extraños, las paredes grises, la camilla ocupada por una mujer embarazada y a otra mujer sentada en una silla de plástico, mirando bajo la bata, obviamente
esperando al bebé.
Un grito horrible me pone los pelos de punta. Supongo que un parto no es nada lindo para la madre.
- ¡Sólo sáquelo! – grita la agónica mujer –
Esta sudando mucho y su cara esta roja como un tomate. Su cabello castaño claro se pega a su rostro. De repente, sus ojos recorren la habitación, como buscando algo. Noto que son de color azul muy claro, bastante lindos. Su expresión de infelicidad no dura mucho antes de que sea atacada por otra contracción y grite nuevamente.
Por tres segundos, me permito sentir lástima por ella. Luego, me concentro en buscar a Gabe.
- ¿Qué hago aquí, Gabe? – murmuro, mirando por la habitación en busca de él, preparada para sacarle respuestas a golpes si es necesario –
Cruzo los brazos, esperando que aparezca de un momento a otro, pero estoy totalmente sola en este momento.
Pongo los ojos en blanco, pensando que me debe de haber tocado el peor ángel guardián en la historia del mundo.
- Es una muy saludable niña.
Me giro para ver como la doctora, le entrega un bulto sangrante y con aspecto pegajoso a la mujer en la camilla, quien ya parece estarse recuperando del dolor que sufrió.
Espero ver una sonrisa de felicidad en su rostro, pero todo lo que veo es que sus ojos se abren con pánico, mientras toma a la pequeña en sus brazos, mirándola como esperando que haga algo.
- ¿Qué fue? – pregunta una voz masculina a mi espalda –
Un hombre de unos treinta años aparece en mi campo de visión. Viste un pantalón gris, una camisa blanca y gafas de sol. Se acerca con paso firme a la mujer y al pequeño bulto, mirando clon expectación.
- Señor, no puede entrar aquí vestido así – regaña la enfermera, mirándolo con desaprobación –
- Es una muy saludable niña, amor – murmura la pobre mujer, sus ojos lagrimeando, pero dudo que sea
de felicidad –
Una mueca aparece en el rostro del hombre, antes de que se dé vuelta para salir.
- Que puedo decir – la voz del sujeto es dura y fría, cuando se gira a hablarle por sobre su hombro – Me has decepcionado otra vez. Espero que a la próxima sirvas de algo y me des un varón-
- ¡No es culpa mía!
Las lágrimas caen por el rostro de la madre que debería de estar feliz en este momento.
Un dolor de cabeza horrible me nubla la visión por un momento. Mi mano vuela instantáneamente al lugar donde la punzada parece amenazar con partir en dos mi cabeza.
- Señora, debe calmarse… - una enfermera se acerca para quitarle al bebé de los brazos, pero la mujer se lo impide –
- Nombra a tu hija y te espero en casa – esas son las últimas palabras del hombre, antes de que salga, dando un portazo dramático –
El bebé comienza a llorar en los brazos de su madre, lo que parece hacer reaccionar a la pobre mujer. Lo balancea de un lado a otro en su pecho, murmurando palabras tiernas a la pequeña criatura.
La respiración comienza a salir de mi boca en jadeos, mis pies se mueven con voluntad propia hasta estar junto a la camilla. Miro a los ojos de la bebé, notando que están cerrados con fuerza. Parece una pasa de lo arrugada que esta y todavía tiene sustancias que prefiero no reconocer encima, pero es hermosa.
¿Cómo el hombre pudo hablar de esa manera, cuando era así que adorable? Además, era su hija. Sangre de su sangre.
- No importa, mi cielo – la pobre mujer, sorbetea por la nariz y sigue llorando – Yo te cuidare y amare siempre. Mi hermosa Hope. Hope Rose Black Cullen. Me asegurare de hacerte feliz cada día de mi vida… - besa la frente la criatura y esta deja de llorar –
La pequeña mano se estira y va directo al corazón de su madre, quien toma aire con fuerza ante la acción. Le acerca su dedo índice, el cual la bebé aprieta en su pequeña mano.
Estiro mi mano y la poso en la cabeza de Hope. Con sorpresa, observo como ella cambia su mirada y la clava en mí, como si fuera capaz de verme.
- Están conectadas. Es algo esperable, considerando que esa pequeña eres tú Azul.
Doy un salto hacia atrás.
Gabe está parado en la esquina de la habitación, mirando directo a la camilla con una expresión de ternura.
Ha cambiado de aspecto. Ahora seguramente esta en plan angelical, porque hay una luz dorada a su alrededor y dos alas plateadas salen de su espalda. Eso debería ser suficiente para asustarme, pero en este momento, estaba más preocupada por otro asunto.
- ¿Qué hago aquí? – preguntó en voz baja, con un nudo en mi garganta –
- Preguntaste cual era tu nombre. Así que era mi deber responderte – me aclara, señalando con la mano la escena a mi lado –
Hope. Ese era mi nombre.
La mujer en la camilla era mi madre. El hombre que había salido dando un portazo era mi padre. La pequeña criatura era yo.
Enredo mi mano en mi cabello, cuando siento que el dolor de cabeza vuelve a golpearme con fuerza. Caigo de rodillas al suelo, sin la fuerza suficiente para mantenerme de pie y sin ánimo de mirarme a mí como un bebé
Un bebé despreciado por su padre.
Ahogo un sollozo al darme cuenta de ese detalle.
¿En el futuro aún era así? ¿Mi padre no me había amado? ¿Siquiera había estado presente en mi vida? ¿Importaba todo eso ahora?
Bajo la manos que estaba en mi cabello para cubrir mi boca y noto que está cubierta de algo rojo.
Sangre.
Por el rabillo del ojo, veo un espejo pequeño en una mesa con objetos quirúrgicos. Me acerco para verme y suelto un jadeo al notar que hay sangre corriendo desde mi cabeza a mi rostro. Incluso, gotas han caído sobre mi camiseta rota.
El dolor de cabeza vuelve por un instante, como para recordarme que no se ha ido todavía.
- Esto va a pasar cada vez que responda a una de tus preguntas, Azul. El dolor de la muerte volverá e intentara hundirte. Deberás luchar contra el si quieres continuar con esto.
- ¡No puedo! – grito con fuerza, mientras me retuerzo en el suelo, sujetando mi cabeza con ambas manos –
- ¡Estas muerta! ¡No dejes que siga haciéndote daño! – grita Gabe, posando su mano en mi hombro –
¿Luchar? ¿Cómo luchas contra algo que ya te venció una vez?
Pero no podía dejar que me derrotara.
Yo quería completar la misión. No quería vagar por este mundo sin siquiera saber algo aparte de mi nombre. Gabe dijo que a veces, la ignorancia era felicidad, pero este no parecía ser la oportunidad para utilizar ese consejo.
Inhale y exhale varias veces. Con rapidez al principio, pero luego fue más regular.
Me imagine como el bebé en los brazos de su madre. Estaba en paz ahí y yo buscaba mi lugar de paz. Tal vez, sólo tal vez… podía imaginar que ese lugar de paz era este. Aquí. Ahora.
- Eso es… – murmura Gabe. Lo siento, tomarme entre sus brazos y balancearse de un lado a otro – Pronto se ira.
Y como por arte de magia, el dolor desapareció. Abrí mis ojos y note que ya no estábamos en la habitación de hospital, sino en un lugar lleno de árboles y flores de diversos colores. En el cielo, el sol brillaba con fuerza, dándole un aspecto encantador a cada roca y planta del lugar.
- ¿Dónde estamos? – preguntó en voz baja, temerosa de romper el efecto –
- No lo sé – murmura Gabe, quien está sentando junto a mí, con la espalda afirmada en un árbol – Pero me gusta ¿a ti no?
- Es hermoso – digo, respirando profundamente –
Me permito soñar por tres segundos, que soy capaz de sentir el aroma de las flores y el sol calentando mi piel.
Recuerdo todo lo que vi hace un momento y una ola de desolación cae sobre mí, pensando que mi madre estaba sola conmigo en una sala de hospital mugrosa, llorando por culpa de un idiota que rechazo a su hija por el solo hecho de ser niña.
Hope Rosie Black Cullen.
Mi nombre era realmente gracioso, pero me gustaba. Una pequeña esperanza se plantó en mi pecho. Sólo saber mi nombre me hacía sentir más como alguien que fue una persona en algún momento, y no sólo un espíritu vagando por la tierra buscando respuestas sobre un pasado desconocido.
- Gracias – murmuro, en dirección a Gabe –
- ¿Ahora ya confías en mí? – pregunta de vuelta, pero por tu tono sé que está bromeando –
- Aún pondré ese reclamo en el paraíso, pero estas mejorando en tu trabajo – guiño un ojo para que sepa que sólo estaba jugando –
- Gracias por el alago – comenta, riendo suavemente –
Lo observo levantarse y estirarse, como si estuviera a punto de correr una maratón.
Se aleja varios pasos, antes de mirarme.
- Tengo que irme. Ya he sobrepasado mi límite de estadía en este mundo y comienzo a sentir los efectos.
- ¡¿Qué?! – digo, poniéndome de pie y mirándolo como si estuviera loco –
- Soy un ángel. Se supone que debo estar allá arriba y no aquí abajo, pasando el tiempo con un espíritu malhumorado – comenta, alzando una ceja en mi dirección –
Mis manos se cierran en puños en mis costados y me pregunto si me ganare un pase directo al Infierno si mato a mi ángel guardián. Lo más probable era que sí, pero al menos tendría la satisfacción de verlo perder la calma por un segundo.
- ¿Qué se supone que debo hacer por mientras? – pregunto enojada –
Él se encoge de hombros, mirando a nuestro alrededor.
- Eres libre de vagar por cualquier lado – señala un árbol de corteza dorada – Toca ese árbol e iras a la ciudad en la que creciste. Nadie puede verte, así que ni lo intentes. Cuidado con ser atravesada por gente. Absorberán tu energía y podrían matarte otra vez – comenta, sonriendo – Yo volveré a buscarte mañana para continuar con la investigación.
- ¿Y eso es todo? ¡Eres un asco como ángel guardián! No mereces ese título.
- Pues soy todo lo que tienes, Azul – su tranquilidad realmente era molesta –
- ¡Me llamo Hope! – grito en su dirección, feliz de saber mi nombre para sacárselo en cara –
Niega con la cabeza lentamente, antes de guiñarme un ojo, levantar su mano y desaparecer ante mis ojos.
Grito de frustración y comienzo a caminar de un lado a otro, preguntándome si esto pasaría seguido en los siguientes días que tendríamos que pasar juntos, atados por su deber de ayudarme. Sinceramente, si esto era su forma de ayudarme, era realmente un total y completo asco.
Me tomo un segundo para gritarle lo idiota que es, antes de caminar directo al extraño árbol.
Si tenía que estar sola por el momento, bien podría intentar aprovechar el tiempo e ir a buscar información por mi cuenta.
Con confianza, poso mi mano en el tronco y siento como soy absorbida por una extraña luz dorada, que cubre cada centímetro de mi cuerpo. Luego, solo estoy parada en una calle común y corriente. La gente pasaba por mi lado sin reparar en mi presencia, tal y como había dicho Gabe hace un momento.
Ahora, sólo debía buscar algo que me ayudará a guiarme en mi búsqueda. Lástima para mí, eso no era tan sencillo como pensaba, considerando que no podía detener a una persona y preguntarle directamente “¿Me
conoce?”
Suspirando, decido caminar hacia la derecha.
Tenía un largo camino por delante.
Karen D'Cipriano- Escritor Inceptium
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Re: Antes del paraíso.
Hola!
He publicado dos capítulos hoy, como disculpa por tardar tanto. Intentare no hacer lo mismo de nuevo jajajajaja
Gracias por la paciencia para esperarme
He publicado dos capítulos hoy, como disculpa por tardar tanto. Intentare no hacer lo mismo de nuevo jajajajaja
Gracias por la paciencia para esperarme
Karen D'Cipriano- Escritor Inceptium
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Re: Antes del paraíso.
Gracias Karen ♥
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Re: Antes del paraíso.
Capítulo 4.
La gente camina a mi lado, a veces rozándome, pero me cuide para no ser atravesada por ninguno de ellos –morir otra vez no me apetecía de momento. Como sospeche, nadie reparaba en mi muy muerta e invisible presencia.
Pase por varias casas que me traían recuerdos fugaces. Por ejemplo, podía decir que la casa amarilla de la esquina había sido de color verde hace dos años. Que el negocio a mi lado, antes era una panadería, pero que cerró sus puertas cuando descubrieron ratones en el lugar. Que la banca fuera de una casa demacrada, estaba ahí desde siempre, pero que nadie parecía utilizarla. Y toda esa información era inútil, porque nada me ayudaba a saber quién era.
La distribución del pueblo era sencilla, porque era una sola carretera central que llevaba a la plaza, donde se encontraban las cosas importantes, como la única escuela el lugar, la iglesia, la policía, el banco, el hospital y los dos Institutos, divididos por una distancia de dos metros y por los prejuicios de la población. Todos sabían que el Instituto de color blanco y edificación moderna, era el de aquellos chicos inteligentes y bien educados, mientras que por el contrario, el edificio demacrado de color rojo, era el para chicos conflictivos y de malas notas. Yo no podía recordar en cuál de los dos estudie, o si había llegado a estudiar en alguno, sólo que ambos me parecían familiares, como todo lo demás. No era una información útil. Como era un pueblo pequeño, era obvio que conociera cada lugar a la perfección.
Suspirando de frustración, le di una patada a una piedra, pero esta ni se movió ante mi golpe. Supuse que esto de atravesar objetos era una clara forma de que mi presencia fuera aún más invisible de lo que era. Así la gente no se asustaría pensando como las cosas se movían cuando no había nadie ahí.
Y eso, me quitaba la única entretención que podía imaginar tener en mi estado actual.
Levante la mirada, justo para ver a un chico caminar en mi dirección. Estaba fuera de su camino, así que ni me moleste en apartarme.
Estaba todo vestido de negro y tenía una expresión totalmente desolada en su rostro.
Lo observe hasta que paso por mi lado. Su mano rozo la mía y un escalofría recorrió mi cuerpo, mientras soltaba el aliento de golpe.
Había sentido ese toque.
Me gire sorprendida y vi como el chico se había detenido abruptamente en medio de la calle. Se giró lentamente para mirar justo el lugar en el que estaba parada, antes de levantar su mano y observarla con atención.
¿También había sentido eso?
Avance dos pasos y lentamente, pose mi mano en la suya nuevamente. Calor se extendió por esta y una fuerte emoción me invadía. El chico, salto sorprendido, mientras continuaba observando su mano, sus ojos ligeramente abiertos con sorpresa.
Una sonrisa melancólica se extendió por su rostro.
- Hope… - murmuro suavemente –
Lagrimas brillaron en sus ojos, antes de que se diera la vuelta y avanzara rápidamente calle abajo.
Sin pensarlo dos veces, lo seguí.
Él me conocía. Pudo sentirme. Pude sentirlo.
Camine a su lado, mientras una serie de preguntas se precipitaban a mi cabeza. ¿Cómo me conocía? ¿Éramos amigos? ¿Éramos algo más que solo amigos? ¿Era algún familiar? ¿Podría ayudarme a descubrir quién era?
Gabe me dijo que nadie podría hablarme o verme, pero no me ordeno explícitamente que no pudiera intentarlo. Sólo que él no me ayudaría a hacer ninguna de esas dos cosas. De todas formas, esto no era romper las reglas. Y él no estaba aquí para que pudiera preguntarle o para controlarme.
Continuó caminando hasta atravesar la plaza. Se dirigí directamente a la Iglesia, un edificio antiguo de piedra gris que me produjo escalofríos. Varios coches estaban estacionados fuera, incluyendo dos carrozas fúnebres.
Tuve un mal presentimiento de todo esto.
Entro a la Iglesia, la cual estaba totalmente llena de diferentes personas llorando o con expresiones tristes en sus rostros. Lo saludaron varios chicos, pero él los ignoro a todos, continuando su camino hasta estar al frente del altar.
Una señora estaba sentada en la primera banca, junto a un ataúd de madera de color claro. Sostenía un pañuelo en su mano con fuerza. Estaba vistiendo un vestido negro y un sombrero enorme del mismo color. Su cuerpo de se estremecía constantemente por culpa de los sollozos incontrolables que escapaban de su boca.
- Señora Cullen… - dijo en voz baja el chico –
La mujer levanto su rostro y sentí como si hubiera recibido un golpe en pleno rostro.
Pese a las arrugas, el maquillaje corrido y ciertas manchas de edad, pude reconocerla inmediatamente.
Era mi madre.
Si mi corazón aun funcionara, seguramente se hubiera detenido por la sorpresa, así que me alegre en parte de que no fuera el caso.
- Matt, querido – dijo entre sollozos, mientras se ponía de pie para abrazar al chico – Creí que me dejarías sola en este momento.
Él chico –Matt- la abrazo con fuerza, mientras su mirada estaba totalmente concentrada en el ataúd. Sus ojo estaban brillando con lágrimas otra vez y parecía temeroso de todo a su alrededor.
- Estoy aquí… - murmuro, acariciando su espalda, con cierta rigidez en su cuerpo –
- La misa ya va a comenzar ¿te sentarías a mi lado? – pregunto mi madre, alejándose para sonreírle a través de las lágrimas –
Matt sólo asintió, tomando asiento junto a ella.
Antes de pensar lo que hacía, me acerque a mi madre y toque su mejilla con ternura. No pude sentirlo con la misma fuerza con la que sentí el toque del chico, pero un ligero cosquilleo recorrió la palma de mí mano. Mi madre, se acercó un poco más a mi toque, como si pudiera sentirlo también.
- A veces siento como si…. Como si ella aun estuviera conmigo… - trago audiblemente, mientras una nueva ronda de sollozos comenzaba –
El chico paso un brazo por sus hombros y me ofreció el consuelo que yo quería darle. El consuelo que yo también necesitaba.
Porque ya comprendía en donde estaba.
Todos vestidos de negro, las expresiones, los carros fúnebres, el ataúd…
Estaba en mi propio funeral.
Me aleje de ellos rápidamente, retrocediendo si dejar de mirarlo, hasta que sentí algo en mi espalda. Lentamente, me di la vuelta y note que estaba parada en medio de mi propio ataúd. Lo había atravesado sin darme cuenta.
Cerré los ojos con fuerza, mientras luchaba por respirar con normalidad. Di un salto para alejarme de lo que había sido mi cuerpo cuando estaba viva, negándome a la idea de verme. Sabía que si me veía, no podría sopórtalo. Ya era lo suficientemente difícil aceptar que estaba muerta, pero esto lo hacía aún más real. Aún más irreversible.
En el fondo, aún conservaba la esperanza de que todo fuera una broma. Una pesadilla de la cual despertaría.
No se cuánto tiempo estuve ahí parada, pero antes de que pudiera asimilarlo todo, me fije en que estaban todos sentados observando a mi espalda. De a poco, la voz de alguien resonó por las parlantes, sacándome de mi estado de shock.
- Mi hija… - comenzó la voz de mi madre suavemente, aunque aún escuchaba su llanto silencio – Fue una gran niña. Mi pequeña, mi princesa… era el sueño de toda madre. Cuando debería haber disfrutado su vida, estaba preocupada de la mía. Preocupada…preocupada de que yo estuviera feliz. Era la clase de niña que se sentaba a hablar conmigo sólo para pasar el tiempo en mi compañía. Si la invitaban a una fiesta el viernes por la noche, ella decía que no, porque…. – respiro profundamente – porque… ese era nuestro día especial. Ella era la luz de mi vida. Yo era su madre… pero me enseñó tantas cosas….Cosa que nunca olvidaré mientras siga viva. Extraño su risa ensordecedora, su voz diciéndome que deje de cantar en público porque la avergonzaba… extraño…. Extraño llegar a la casa y encontrarla cocinando algún extraño experimento. Y sé que la extrañare cada segundo de mi vida. Sólo tenía 17 años… era una bebé… mi bebé…Tanto que no alcanzó a vivir. Su mayor sueño era conocer la nieve – río tristemente – jamás pude llevarla. Pero de lo que más me arrepentiré, es de que no alcance a decirle lo mucho que la amaba. Que fue lo mejor que he hecho. Que cada vez que yo le decía que dejara de seguirme por toda la casa, en realidad quería decirle que se quedara a mi lado. Y no importa…. No importa… que ella… que este en esa caja. Para mí, siempre vivirá en mi corazón como la pequeña niña de ojos azules, que me esperaba sentada en las escaleras de la casa todos los días –tomo una respiración profunda – Te amo mi pequeña Hope. Y seguiré amándote sin importar que ya no estés a mi lado.
Sentí que mis ojos ardían con la necesidad de llorar, pero era consciente de que no era posible.
Mi madre me había amado. Ella y yo éramos cercanas. Tuve que haber tenido una vida feliz si había tanta gente aquí sólo por mí. Observe como bajaba del podio y volvía a sentarse junto al chico, quien estaba llorando en silencio. Le hizo un gesto de asintiendo y él se puso de pie para ir a ubicarse en el mismo lugar que mi madre había abandonado.
- Hope… - comenzó suavemente, secando su rostro con la manga de su camisa – Fue mi mejor amiga. Mi consejera. Mi todo – miro hacía el techo, tomando una respiración profunda – Ella estaba en el Instituto de excelencia y yo en él de chicos malos. Lo primero que pensé cuando la conocí fue que seguramente era una chica presumida y mimada. Y se encargó de hacerme ver lo equivocado que estaba todos los días. Una chica que ayudaba a los demás, que siempre sonreía, que tenía una enorme capacidad de abrir la boca y hacerme enojar, esa chica, que se ganó mi corazón de una forma que jamás imaginé posible. Estuvimos juntos durante dos años, pero para mí, el tiempo pasó volando. Planeábamos ir a la Universidad y vivir como pareja, pero esos planes ya no podrán ser. Se ha ido. Y me cuesta entender que ya no volveré a ver su sonrisa, a escucharla decir que me ama, a mirar sus ojos y pensar lo afortunado que soy por tenerla. No entiendo como esa chica alegre, ya no está en este mundo. Si estuviera aquí en este momento, seguramente me diría que sonría, porque siempre puede ser peor. Así que me armare de valor y eso hare. Azul… - miro al ataúd, aunque desvió la mirada inmediatamente – Te amo, nena. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
Entonces se aclaró la garganta y se alejó de ahí. Se sentó junto a mi madre y la abrazo con fuerza, ambos llorando por lo que habían perdido. Sin pensarlo, me acerque a ellos y los abrace, Pude sentirlos a ambos, como si estuviéramos unidos. Y un cierto consuelo me ayudo a controlar mi respiración.
No note que la misa continuó, hasta que Matt se acercó a mi ataúd y ayudo a otros chicos a levantarlo. Todos avanzaron por el pasillo principal, caminando lentamente. Mi madre observo todo, llorando fuertemente, mientras ahogaba unos gritos con su mano, luchando por mantenerse de pie.
Los vi salir a todos del lugar, mientras me quedaba de pie.
No podía seguir viendo nada más. Salí corriendo de ahí, sin importarme conseguir más respuestas. Sólo necesitaba de alguien que pudiera abrazarme y decirme que todo iba a estar bien desde ahora. Que ellos iban a estar bien sin mí.
Contra todo mí ser, me paré en medio de la calle y miré al cielo.
- ¡Gabe! – grite con fuerza, mientras caía de rodillas al suelo, sin la fuerza necesaria para continuar de pie - ¡Ayúdame! – entonces cubrí mi rostro con mis manos y solloce sin lágrimas reales – Por favor…no quiero…. No quiero estar sola – murmure desesperada –
Antes de que pudiera terminar de derrumbarme, unos brazos me rodearon firmemente.
- Tranquila, pequeña. Estoy contigo.
La voz tranquilizante de Gabe fue todo lo que necesite para terminar de romperme. Mi cuerpo de movió incontrolablemente por mi llanto silencio, mientras mis brazos de sujetaban alrededor de su cuello para mantenerlo a mi lado.
- Sácame de aquí. No quiero ver nada más – murmure contra su pecho, negando con la cabeza –
Sentí un cálido cosquilleo por todo mi cuerpo, mientras sentía a mi cuerpo más liviano que una pluma. Mire a mi alrededor y me alegre de saber que estábamos en el mismo lugar en el que me había dejado hace… realmente no lo sabía.
Continué llorando abrazada a Gabe, por primera vez totalmente agradecida de su presencia.
Si no estuviera aquí conmigo, no hubiera sabido que hacer.
Eran demasiadas cosas para asimilar.
- ¿Estarán bien? – pregunto, sorbiendo por mi nariz –
Sus brazos de pusieron rígidos a mi alrededor por un momento, antes de que suspirara en mi oído.
- No lo sé, pequeña. No lo sé.
Y sólo eso necesite, para que mi llanto volviera con más fuerza.
Karen D'Cipriano- Escritor Inceptium
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Re: Antes del paraíso.
¡Hola! Sólo quería aclara un punto.
En el prólogo, dice "Cinco meses antes de que todo cambiará" y habla de un flechazo. Entonces podrían preguntarse, ¿Cómo es posible que tenga un novio desde hace dos años si estaba enamorada de otro?
Pues eso se debe a que el cambio no se refiere a su muerte, sino a otra cosa que dire más adelante en la historia.
Digo esto para que nadie se ponga a reclamarme ¬¬
Cualquier duda o consulta, pueden hacerla. Soy feliz respondiendo preguntas
En el prólogo, dice "Cinco meses antes de que todo cambiará" y habla de un flechazo. Entonces podrían preguntarse, ¿Cómo es posible que tenga un novio desde hace dos años si estaba enamorada de otro?
Pues eso se debe a que el cambio no se refiere a su muerte, sino a otra cosa que dire más adelante en la historia.
Digo esto para que nadie se ponga a reclamarme ¬¬
Cualquier duda o consulta, pueden hacerla. Soy feliz respondiendo preguntas
Karen D'Cipriano- Escritor Inceptium
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Fecha de inscripción : 04/08/2013
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Re: Antes del paraíso.
¡De nada! Lo aclare para que no me despidan XD
Karen D'Cipriano- Escritor Inceptium
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Re: Antes del paraíso.
¡Jelou!
Nueva lectora (!)
Bueno, digamos que me he enamorado de tu novela (Me fascinan esta clase de novelas)
Espero que cuando puedas la sigas, y subas capitulo nuevo!
Te mando un abrazo psicologico (?)
Xxxxxxxxxxxx
Nueva lectora (!)
Bueno, digamos que me he enamorado de tu novela (Me fascinan esta clase de novelas)
Espero que cuando puedas la sigas, y subas capitulo nuevo!
Te mando un abrazo psicologico (?)
Xxxxxxxxxxxx
.Storm- Escritor Inceptium
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